En los últimos años, las motocicletas se han convertido en un medio de transporte esencial para millones de mexicanos. Ya sea por su economía, su eficiencia en el tráfico o su accesibilidad, las motos representan una alternativa viable frente a otros medios de transporte. Sin embargo, para que su integración en la movilidad urbana sea óptima, es necesario abordar diversos desafíos y proponer soluciones que beneficien tanto a motociclistas como a otros actores viales.

Según cifras registradas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante el 2023, el número de motocicletas en circulación en México aumentó a 7.8 millones, ante los 6.8 millones registrados en 2022. Mientras que las cinco entidades con más motos en circulación fueron Edomex (que alcanzó 1 millón 298,505), Jalisco (838,397), CDMX (716,400), Guanajuato (569,549) y Veracruz (383,839).

Entre las causas de este incremento es que el sector femenino ha incursionado en este medio de transporte que antes estaba pensado sólo para hombres. De acuerdo con información de la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México (SEMOVI) en 2023, casi 19% de los usuarios de motocicletas eran mujeres. Asimismo, datos del INEGI, señalan que, en 2021, el 30% de las compras registradas de motocicletas nuevas fueron realizadas por mujeres.

Uno de los principales problemas que enfrentan mujeres y hombres motociclistas es la falta de infraestructura adecuada. Carriles exclusivos para motos en vías principales podrían reducir accidentes y mejorar la fluidez del tráfico. Países como Indonesia y Tailandia han implementado estas medidas con éxito, disminuyendo significativamente los conflictos entre motociclistas y automovilistas.

Ante un mayor número de motocicletas, se ha incrementado el número de accidentes. Durante el 6to Informe de Gobierno de la SEMOVI (2024), dio a conocer que a partir del segundo trimestre de 2020 las personas motociclistas ocuparon el primer lugar en víctimas mortales por hechos de tránsito, llegando a 40% de las personas fallecidas.

Antes esta disyuntiva, la educación vial debe ser obligatoria e incluir formación específica para motociclistas y sensibilización para el resto de los usuarios de la vía. Programas obligatorios de capacitación antes de obtener una licencia de motocicleta podrían fomentar un manejo más seguro y responsable.

Igualmente, es fundamental contar con una regulación clara que contemple las particularidades de las motocicletas. Esto incluye límites de velocidad razonables, normativas sobre el uso obligatorio de casco y equipo de protección, y controles estrictos para garantizar que las motos cumplan con estándares mínimos de seguridad. Solo hay que salir a la calle para ver cientos de motociclistas circulando en sentido contrario, sobre las banquetas, ciclo pistas y sin el uso del casco.

De igual manera se debe disponer de una reglamentación más estricta, así como elaborar campañas de concientización sobre el respeto mutuo en las vías, para disminuir accidentes viales y conflictos entre motociclistas, peatones y conductores de vehículos. Además, incentivos fiscales o económicos para quienes usen motos eléctricas pueden contribuir a una movilidad más sostenible.

Otra de las situaciones que afectan a los motociclistas es la falta de espacios designados para estacionar sus medios de transporte lo que genera caos y fomenta prácticas indebidas. Crear zonas de estacionamiento exclusivas, con tarifas accesibles, puede mejorar el orden urbano.

Es crucial recopilar datos sobre el uso de motocicletas en el país, sobre todo conocer los hábitos conducta y edades de sus conductores. Según el documento titulado “Género y Movilidad en la Ciudad de México. Avances, retos y recomendaciones”, elaborado en 2019 por la SEMOVI, la edad promedio de la población usuaria es de 33 años, y el grupo más representativo es el de 25 a 34 años con el 30.6 por ciento, seguido de los grupos entre 35 a 44 años con el 23.9 por ciento.

Este tipo de estadísticas permitirían a los gobiernos locales y federales diseñar políticas basadas en evidencia, garantizando que las medidas respondan a las necesidades reales de los motociclistas.

En conclusión, este medio de transporte, tienen el potencial de convertirse en una pieza clave para mejorar la movilidad en México, siempre y cuando se adopten medidas que equilibren su integración en el tráfico urbano con la seguridad de todos los usuarios. Al invertir en infraestructura, educación y regulación, se puede lograr una movilidad más ágil, segura y sostenible, en beneficio de las ciudades y sus habitantes.