Presume a tu Mascota

Conoce a Poncho

La tarde que conocí a Poncho lo llevaron junto con una de sus hermanas y yo estaba un poco renuente porque en mi búsqueda de un perrito había sido olímpicamente ignorada por uno al que pretendía adoptar en un albergue. Pero Poncho, apenas me senté, se subió en mis piernas y mientras yo le hablaba intentaba lengüetarme. O sea; él me escogió a mí.

Poncho es el primer perro que tengo sola, completamente mío y mi responsabilidad, de niños en la familia siempre hubo perros y tenemos muchas historias de sus travesuras. Pero nada como que seamos solo él y yo.

En su haber tiene un par de zapatos, un sillón, libros (muchos), las patas de las sillas y hasta una vez se comió parte de un billete de 200 pesos. Durante un tiempo fue sumamente dominante y yo desidiosamente lo castré ya grande, eso ayudó con su humor, aunque a veces se aloca con otros perros; con las personas nunca, ama que lo chipileen. He pagado veterinarios de perritos que debieron ser atendidos después de un pleito con él y también lo han atacado: a los seis meses un Husky de nombre Napoleón le dio tremenda arrastrada y desde entonces huimos de los Huskys porque sospecho que ve a Napoleón en todos, incluidas en las hembras.

Con Poncho pasé una crisis de ansiedad nocturna después del sismo del 17, en que solo bastó que recostara su cabeza en mis piernas para que yo dejara de pensar en la alerta sísmica. Acogió a mi padre que estuvo en mi casa durante un tiempo que debió ser atendido en la Ciudad de México, se acostaba al pie de su cama o del sillón que estaba. Toda la cuadra sabe cuando llego a casa pues él ladra y se asoma por la ventana.


Amo nuestra rutina de la mañana en que se da cuenta que ya desperté y se sube a retozar conmigo a la cama un ratito hasta que digo: ¡vamos!. Entonces corre de la puerta al cuarto impaciente en lo que me cambio y me pongo los tenis para salir. Siempre tengo la misma conversación: Poncho prende el bioler, pon el café, échame la mano!!. Pero yo creo que él piensa que le estoy diciendo: caminamos hasta el eje y vamos al parque porque seguro ya están ahí Morita o Bruno. Le gusta perseguir ardillas y siempre le digo: ni en tus sueños vas a alcanzar una, no eres un galgo sólo un gordito simpático; y sospecho que entiende: ¡vamos tú puedes, ládrale más, ahora baja!

Poncho es más bien un perro bobo y socarrón y ahora tiene 7 años, empieza a envejecer y debo cuidar sus paseos, vigilar sus caderas, darle algún suplemento ¡En qué momento mi perro es más viejo que yo! (En años perro obvio).

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