En México y, en otras partes del mundo, las personas que envejecen son desechadas de los espacios laborales y sociales, estas prácticas son consideradas “normales”. Sí, entre comillas para cuestionar este discurso. Y éstas se acentúan más si eres mujer.
Por supuesto que son importantes los relevos generacionales, pero el tema que quiero poner sobre la mesa es el trato indigno y discriminatorio que reciben las personas que logran llegar a esa fase de la vida.
Por ejemplo, la falta de garantías laborales es evidente desde que empezamos a rentar nuestro cuerpo e intelecto en el mundo laboral, pero una persona que llega a los 50 años ya es considerada “obsoleta” a menos que sea parte de una élite social.
Con algunos de mis amigas y amigos hemos platicado de esto, sobre la ocupación que implica el logro de llegar a ser “viejas” y “viejos” y tener los recursos necesarios para tener una vida digna. El panorama es alentador de cierta manera, ya que pocas personas podrán tener acceso a una pensión y/o “vivir de las rentas”.
Así que la consigna se ha vuelto crear patrimonio para, cuando llegue esa etapa, tener un margen de recursos y disfrutar de la vejez.
Además, las condiciones laborales, desde mi opinión, adelantan el proceso de envejecimiento en las personas por los altos índices de ansiedad, estrés y la fragilidad de la salud mental.
El sistema capitalista nos exprime, muchas veces para inutilizarlos en nombre de una narrativa de “tener bien puesta la camiseta” con la empresa, cualquiera que sea el giro.
Los discursos de meritocracia y capacitismo fomentan, avalan y fortalecen el descarte de personas y en los espacios de trabajo es notable aún más.
Además, toda la construcción social sobre cómo deben ser las personas mayores genera una serie de prejuicios como el ni siquiera pensar que este grupo social también tiene derecho a ejercer la sexualidad, ir a conciertos, es decir, realizar actividades categorizadas como “cosas de jóvenes”.
No es fortuito que en el laboratorio social que representan las redes digitales se viralicen contenidos sobre personas mayores en espacios en los que se suponen que no “deben estar” como trabajar, ir a conciertos musicales, bailar, casarse, hacer deporte, estudiar, utilizar herramientas tecnológicas o incluso vestir “no acorde a su edad”.
Llegar a la vejez es un logro, vivirla con dignidad es un derecho y podemos comenzar a contrarrestar nuestros prejuicios porque si, todo se conjunta, ahí estaremos.
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