Cuando llega una enfermedad grave, una discapacidad, ya sea temporal o permanente, o bien en los primeros y últimos años de vida de cualquier persona requerimos de la asistencia de alguien que nos cuide y nos ayude para realizar algunas actividades básicas, como comer, cambiarse, tomar una ducha o ir al baño.
La tarea de los cuidados ha sido históricamente encomendada a las figuras femeninas de las familias. Con contadas excepciones, se considera que las responsables de la crianza, el cuidado de los enfermos o de las personas adultas mayores son las madres, esposas, hermanas, abuelas, tías, etc. En México, según cifras del Inegi, 87% de las personas que brindan cuidados son mujeres por arriba de los 15 años. La mayoría de ellas lo hacen de manera voluntaria y no remunerada.
Cuidar de tiempo completo no es tan simple. Modifica las dinámicas de vida, trabajo, tiempo libre, incluso las opciones de entretenimiento de las familias; limita la posibilidad de hacer una trayectoria profesional, de estudio o de trabajo, que conlleva la renuncia a un ingreso económico.
Si la economía familiar lo permite, se paga a personas que realizan labores de cuidado de tiempo completo o parcial, las cuales también son en su mayoría mujeres. Al no estar debidamente regulado, la remuneración que se recibe por esta labor no está al nivel del salario que se recibiría en un empleo formal. El panorama es totalmente distinto si se contrata de profesionales de enfermería, incluso de especialistas en el acompañamiento de personas con padecimientos crónicos, pues el pago de esos servicios puede ser muy elevado, inalcanzable para muchos.
En el caso de las personas que brindan sus servicios de cuidados de manera informal, el pago representa una ayuda a su economía, que está, en promedio, apenas por arriba un salario mínimo vigente ($248.93 en 2024). Puede ser un ingreso significativo si se lleva a cabo cotidianamente y en un horario amplio, cosa que no siempre es factible porque esta actividad se realiza en combinación con las propias responsabilidades personales y familiares.
Ante el incremento en la esperanza de vida debemos tener en cuenta y prever que en algún momento de nuestra dinámica familiar habremos de cuidar a alguien o nosotros mismos requerir cuidados, que pueden ser realizados por algún miembro de la familia, por esa razón es importante estar pendientes de los avances que al respecto haga el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, pues fue uno de los compromisos que hizo desde su candidatura en el documento 100 pasos para la transformación y que refrendó el primer día de su administración.
La implementación de un Sistema Nacional de Cuidados de manera progresiva mediante apoyos económicos, infraestructura y logística al alcance de las personas que brindan cuidados, especialmente de las mujeres y madres de familia, puede contribuir no sólo a aligerar la carga familiar que representa esta situación, sino también hacer factible su integración a una actividad laboral remunerada, al estudio o simplemente a disponer con libertad de los tiempos personales. Será un primer paso para cuidar mejor de quienes nos cuidan y que son, en el más injusto anonimato, el sostén de nuestra sociedad.
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