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Como ganó la democracia, hoy voy a escribir una crónica de perros que dedico a los rescatistas de animales y en particular a mis amigos: Guillermo Mejía, Beatriz Zalce, Alejandro Gutiérrez, Marcy Ro, Humberto Rodríguez, Gabriela Contreras, Lilia Luna, Gabriela Camacho, Tania Falconer.
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El perro que aparece en el video se llama Mucca, vaca en italiano. La adoptamos desde pequeña para que le hiciera compañía a Duba, otra perra que acogimos años antes, ya madura, que a su vez le hizo compañía a Yenka, una bóxer hermosa y noble que perdió a su hermana Bora a los dos años por una enfermedad autoinmune. Tras el fallecimiento de Duba decidimos, con tres años entonces, que Mucca se quedara como el perro que le hace compañía ocasional al can que tenemos dentro de casa: primero Trufa, ahora Linda y un lindo gatito. Con excepción de las bóxers, todos nuestros animales, incluida Quelonia, una tortuga, han sido adoptados.
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Cierta tarde de hace casi tres meses llegó el paseador con los amigos de mi can a devolverla después de su caminata perruna y me advirtió.
–Yo creo que a Mucca se le enterró algo en alguno de los cojines de su pata izquierda porque no la apoya bien.
Al día siguiente la llevé con el veterinario porque amaneció caminando de brinquito con tres patas. Después de revisarla el doctor Guerrero me preguntó que si me gustaba el futbol soccer. No entendí su pregunta hasta que me dijo que lo que tenía Mucca era una lesión propia de los futbolistas, curable pero con una cirugía llamada corrección con TTA. Tras confirmar su diagnóstico con un estudio de rayos x, me recomendó un hospital porque en el suyo no realizaban ese tipo de intervenciones.
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Vivo en una colonia cuyos primeros pobladores llegaron a finales de los cuarenta y se asentaron alrededor de lo que fue el casco de una hacienda y después un rancho. A partir de los cincuenta la colonia creció en todas direcciones en casas propias, condominios horizontales y algunos verticales. Esta peculiaridad geopolítica la traté hace varios años en un texto llamado Santa Úrsula Xitla, pueblo chico o colonia grande, lo que me valió varias amenazas porque los únicos pueblos reconocidos por la SEPI en Tlalpan son ocho y párale de contar. Algunos de estos vecinos padecen de piromanía, herencia española, dicho sea al paso y almacenan y truenan petardos a la menor provocación. El punto es que me comentaron que un día antes del paseo de Mucca algún pirómano sacó parte de su arsenal y no estábamos en casa para contener al perro que enloquece con las detonaciones: en la cámara se le ve saltar, correr apanicada de un lado a otro, golpearse desorientada, volviendo a saltar para evitar el infierno auditivo como casi todos los canes. Desde luego que eso fue la causa de su lesión.
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A grandes rasgos, con base en lo leído en la página de Dovet, una clínica ubicada en Badajoz, España, la corrección con TTA implica “un implante mediante un corte de la cresta tibial donde se emplaza una cuña de titanio poroso sustentado por placas del mismo material. El titanio es osteo compatible, lo que facilita que se integre en el hueso y transforme la física de la rodilla permitiendo que se estabilice y evitará dolor en el perro”. Si pero… al mes de la operación otros misiles de los vecinos incendiarios enloquecieron de nuevo al perro y volvió a cojear. De inmediato lo llevé al hospital y para fortuna nuestra y de la economía familiar el perro tenía firme el implante y no necesitaba más que continuar con sus fisioterapias, aumentar ligeramente el tiempo de su caminata y la irrestricta adopción de medidas para que si los misiles explotan, el perro se sienta protegido y a resguardo.
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En el video camina nuestra perrita sobre una caminadora: sonriente, amable, protectora, cariñosa, con buena sangre con los perros y humanos nobles y ya con siete años en este mundo salvaje.
Guillermo Pérez Mejia
Linda y afortunada Mucca. Saludos y abrazos a toda la familia que habita en el reino de la hermosa perruna.