En las fechas decembrinas y en vísperas del año nuevo, además de estar enmarcadas por las festividades de fin de año, resulta ser una temporada en el que las personas dedican un tiempo para la reflexión, los buenos deseos y, por qué no, la definición de nuevos emprendimientos. El fin de año y la navidad ciertamente enmarcan ciertos ciclos temporales que nos permiten organizar la vida, ya de manera personal, ya de manera grupal. La celebración de la Navidad y la despedida del fin del año parecerían tener implícita la idea de la vida y la muerte en términos de una tensa transición entre aquello que se va y lo que está por llegar.
Resulta interesante escuchar cómo los colegas del barrio hablan del año que termina como uno que ha sido bueno, o malo, según la forma en que lo vivieron. Si conocieron gentes y la manera en que se relacionaron con ellas, el tipo de trabajos o negocios que realizaron, si es que lograron avanzar en aquello que han definido como sus objetivos a lograr. Queda claro que es el fin del año, no de la existencia, y que pronto estarán de vuelta en la lucha por mantener, e incluso mejorar, sus condiciones de vida con nuevos estrategias, proyectos e ilusiones por concretar. Es un nuevo ciclo para el cual vale la pena estar preparados: “este 31 me pondré mis chones amarillos y correré con mi maleta a lo largo del vecindario”.
De acuerdo con el calendario, el 1o de enero el planeta Tierra comienza su movimiento de traslación alrededor del sol y con ello un nuevo recorrido a través de las cuatro estaciones del año. Sin embargo, la celebración por el año nuevo queda referido a la forma en que las personas se relacionan con su entorno para vivir, digamos, que uno estaría pensando en que se produzcan las oportunidades para que mejoren las condiciones laborales y con ello de vida. Por ejemplo, las cabañuelas se establecen como un método en el que los campesinos, principalmente, buscan hacerse de una idea de cómo se comportará el clima a lo largo de los 12 meses y con ello tomar decisiones encaminadas a lograr una mejor cosecha.
El año nuevo no es la única referencia hacia el futuro. La Navidad, se sitúa como una fecha en la que la religión cristiana celebra el nacimiento de Dios y que se ha constituido como un hito cultural. Son fechas en el que la vida social se intensifica, ya para desear una buena temporada, ya para estrechar relaciones sociales que en el futuro resulten en nuevas oportunidades laborales. Es una celebración en donde el tiempo de la divinidad, el Dios que ha nacido, se entrelaza con el tiempo de temporada, en donde termina el calendario y se preparan las vísperas para el año nuevo. “Que en su familia reine la paz y la alegría”.
Este es el invierno en donde la vida se dirime silenciosamente frente a la muerte constituyéndose en el continuo. Las posadas y la Navidad hablan de un tiempo que está por venir, mientras que el año viejo se va para no volver. En el barrio, la fe, sirve para bendecir los proyectos venideros o la consolidación de las empresas ya comenzadas, pero también, para solicitar por el cuidado de la salud propia y la de los seres queridos. La vida no comienza de nuevo, mientras que en casa se sirve ponche y se comparte el pan, afuera, en la calle se quema “al viejo” en representación de lo que ya se va.
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